Durante casi tres meses en 1964, Nabokov grabó sus sueños al despertar como una forma de probar la teoría de Dunne que señala que los sueños ofrecen no sólo fragmentos de impresiones pasadas, sino también una visión proléptica de un evento que está por venir. Los siguientes sueños pertenecen al libro Sueños insomnes: experimentos con el tiempo.
21 de octubre – 8.00 AM
Tuve ricas y extrañas visiones, las recuerdo entre dos abismos del sueño, pero ahora no puedo recordar nada salvo algunos vagos fragmentos de un sueño erótico trivial. (Vè me dice que vio un gran ascensor amueblado con siete personas en su interior. Se dirige a una mujer alemana que se queja de su sueldo. Detalles complicados de campanas sonando. Relacionado con un ascensor lento que usó al visitar a su doctor en Ginebra ayer).
22 de octubre – apuntado abajo – 8.30 AM
Dos fragmentos del sueño de Véra.
- Deportes en África. Uno de los corredores lleva un collar largo blanco con negro.
- Éramos los representantes de Fiat. Se presentaron con bastante actitud. Habían construido una casita blanca estilo bungaló para nosotros. Figura 29 dominó todo el asunto.
Solo retengo unas palabras al momento de despertar: “Oficina de sonámbulos ha sido acusada de malas prácticas”
23 de octubre – 6.00 AM
Sueños varios, recuerdo un fragmento de ellos. Estoy en una especie de gimnasio o barbería. A cierta distancia de mi esta Dmitri, envuelto en sábanas. Está recibiendo un masaje o cortando su pelo. Un fonógrafo es puesto para él. Es una grabación que hice para entretenerlo –Yo estoy cantando un aria (de Bor Godunov, quizás), pero no es tan gracioso como esperaba, el tono es casi irreconocible e incluso la risa en la que rompí tiene al final un sonido falso.
8.00 AM: otro sueño
Camino con dificultad entre rocas por un camino de tablones empinado. Arriba, pendiente soleada, un pueblo español. Muchas mariposas volando alrededor. Un experto en mariposas local me introdujo la fauna. Atrapó con la común y oscura cosa, en mi red hay una maravillosa Triphysa phryne –una subespecie desconocida para mí con un espléndido naranjo–colorado alrededor de su ocelo. El tipo me explica en inglés que es la descendiente de una población importada de las estepas del sudeste de Rusia (hay un montón de mariposas del sur de Rusia representadas en España, pero no esta especie).
(Desde el comienzo de este mes hemos estado considerando la idea de ir al sur de España durante la primavera).
23 de octubre – 8.15 AM
(Sueño de Vèra.
Algunos jugadores olímpicos encontrados ¿por ellos mismos? muy lejos en el océano –quizás naufragando. Fueron forzados, a propósito o por circunstancias, a nadar hacia la costa. Aunque los funcionarios no tenían permitido que los jugadores fueran vistos, y mucho menos recompensados, todavía eran, ilegalmente, puestos en una lista como suele ocurrir en las Olimpiadas).
Sábado 24 de octubre 1964 – 8.00 AM
El hecho de ser capaz de recuperar sólo la última parte de un largo e interesante sueño es lo más molesto.
V y yo nos despedimos de Dmitri. Estamos de pie en la parada mirando el tranvía que abordó. No podemos verlo pero constantemente lo escuchamos cantar lujuriosamente en el interior. Me doy cuenta que está sentado encima de los ocupantes del auto –lo miran hacia arriba con expresiones de aprecio en sus rostros. Me trepo a algún tipo de soporte para verlo, pero soy incapaz de hacerlo.
(Dmitri correrá en las carreras de auto(móviles) en Italia esta tarde y mañana).
24 de octubre – 8.30 AM
Sueño de Vèra:
1. Nos muestran una película sobre un campeonato de salto entre dos países; uno de ellos es de África y comienza con la letra M. Resulta ser la interpretación de una obra mía con Brialy, el actor.
2 y 3 mezclados: un pueblo donde era imposible encontrar un taxi. Finalmente encontramos uno con su llave y sin conductor. Un cuarto de hotel con una cómoda de cuatro cajones y dos llaves de agua en la parte superior: una de ellas podría tomar un baño en el tercer cajón desde arriba. Ella deja el agua correr y entra en el taxi a limpiar la ventana o algo. Aparece una pareja que quiere tomar el taxi. La mujer le recuerda a una persona que conoció años atrás en Cambridge, Mass. Ella le dice que el taxi no se arrienda, luego recuerda las llaves corriendo y sube al cuarto. La pareja amenaza con encontrar al dueño del taxi. Ella es consciente de que todos los cajones deben estar muy húmedos, aunque sólo se está llenando el inferior. La pareja y la dueña suben. La pareja quiere las llaves del auto. V dice que no se las dará. Ellos dicen: quién tiene una llave: bueno la señorita Shapiro (la dueña de casa) nos llevará. V quiere un teléfono para recuperar la llave. Todo esto con el fondo de un gran transatlántico–posiblemente a bordo.
25 de octubre, 1964 – 9.30
Dormí más de lo usual, desperté con neuralgia y un solo recuerdo muy tenue de varios sueños. La influencia de las imágenes de las olimpiadas por televisión en los sueños de V y los míos es bastante obvia. Esta vez estuvo combinada con una recurrente pesadilla acompañando la neuralgia en la sien: un tipo de test de vagos y oscuros acertijos que debía resolver involucrando la necesidad de memorizar secuencias de imágenes más o menos abstractas, insípidas, rajadas, números irracionales y sombras de números irracionales.
27 de octubre, 1964 – 8.30 AM
Sueños varios vivos; además de alguna erótica tierna cosa y una pesadilla con signo fatídico: banderas que suben olímpicamente, una de ellas significativamente turca. La palabra “Synecampus”.
Memorizo fragmentos finales de dos largos sueños: V insiste en apresurarme mientras escapamos de un hotel (no este) en medio de la noche. Me ayuda a encontrar mi impermeable azul. Salimos apurados y ella se desvanece al instante. Amplios terrenos hoteleros, exquisitamente bañados por la difusa luz de la luna, todo escamoso y fluido, contornos de arbustos tenues, figuras tenues, niños todavía-afuera-tan-tarde, un perro salchicha miniatura, las sonoras voces de un grupo de rusos despidiéndose en la oscuridad más allá de la luz de la luna. Decido esperar a V y sentarme en la gravilla, sentada junto a mi está una gorda y joven rusa, una extraña en un traje gris. Una ceremonia está a punto de empezar y él me dice que en señal de buena educación, debiéramos estar de pie para escuchar. Me rehúso de mala gana, él se para solo, está enojado, me amenaza. Tomo el palo de mi red para cazar mariposas, metal ligero, mango vulcanizado, y lo ataco. El reacciona y se pone de rodillas dándome la espalda, buscando a tientas su bastón con punta de hierro. Lo golpeo a través de los omóplatos –no es exactamente el golpe fuerte que he destinado, pero todavía un golpe verdadero.
27 de octubre, 1964 – 8.30 AM, cont
Otro fragmento de la misma noche: he llamado a M. Kalashnikov, un amigo de mis tempranos veinte (su farsante personalidad debe ser descrita algún día). Se está quedando con una importante familia rusa, en una gran casa, divagando. Nos sentamos en una extensa mesa, mucha gente, no conozco a nadie, estoy aburrido y exasperado. M. Kalashnikov, un poco aparte y triste, come un pedazo de carne, sosteniéndolo delicadamente. Las uñas de sus largos dedos brillan con un barniz rojo cereza. Me levanto y me alejo. Fallo al tratar de memorizar el medio del sueño. El lugar tiene semejanzas con el pasado pero no los detalles de la última escena.