Posted on: Septiembre 24, 2024 Posted by: odradek Comments: 0
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Estas marañas, estas selvas de órganos que se entrelazan, se despedazan o explotan, no quieren ser sino la imagen del hombre visto a ojos cerrados pero con todos los nervios
y las capacidades en tensión tratando de encontrar así una imagen más real. Por el momento sólo un tema:las masacres.  Me doy cuenta que no es sólo del pasado de lo que hablo, sino también del ahora. Podría pasarme la vida
pintando sólo esto. 

Guillermo Núñez.
Diario de Praga, 1961.

 

Es como si el largo tormento real de la venda en los ojos fuera parte de la historia de la pintura de Núñez, prefigurada por esa misma pintura
para la otra historia, la real del país. 

Jorge Guzmán 
Guillermo Núñez, un mestizo ilustre, 1987.

 


El acontecimiento es siempre lo que acaba de suceder
 y lo que está por suceder, pero nunca lo que está sucediendo. El acontecimiento es de un régimen
diferente al de las acciones y pasiones del cuerpo,
incluso si resulta de ellas. Una vida se compone
de un único y mismo acontecimiento, carente de toda variedad de lo que le sucede.

Mix de Deleuze.

 

Quien ha sido torturado lo sigue estando. Quien ha sufrido el tormento no podrá ya encontrar su lugar en el mundo, la maldición de la impotencia no se extingue jamás. La fe en la humanidad, tambaleante ya con la primera bofetada, demolida por la tortura luego, no se recupera jamás.

Améry Jean

 

La obra de la creación es, en verdad, sólo una chispa que se ha desprendido de la obra profética de la salvación, y la obra de la salvación, sólo un fragmento de la creación angélica que se ha vuelto consciente de sí. El profeta es un ángel que, en el mismo impulso que lo obliga a la acción, advierte de improviso en carne viva la espina de una exigencia diferente. Por ello las biografías antiguas narran que Platón era, en el origen, un poeta trágico que, mientras se dirigía al teatro para hacer representar allí su trilogía, escuchó la voz de Sócrates y quemó sus tragedias.

Disculpen, ya no me acuerdo.

 

El 4 de mayo de 1974, Guillermo Núñez es detenido en su casa y transportado a los subterráneos de la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea (AGA). Allí permaneció cinco meses y seis días con los ojos vendados —con excepción de dos períodos diarios de unos diez minutos cada uno—. Catorce años antes, el 20 de marzo de 1961, en Praga, había escrito: El rostro no puede representar el dolor tal cual se siente dentro. Para ese dolor, es necesario descubrir la manera de expresarlo, ya que no tiene formas ni límites. Una visión sin ojos. Ciego de retinas, funcionando solamente los nervios y el mundo de dentro. Los rayos X sin lente.

El artista es torturado bajo tierra. Tiempo después, ante el Consejo de la UNESCO, el 15 de septiembre de 1975, declara: Permanecía durante horas sentado en el suelo. En esa oscuridad oía desde las piezas vecinas los gritos de los que eran torturados en la “parrilla”, un somier metálico donde se amarra desnudo al prisionero y prisionera y se le aplica electricidad por todo el cuerpo, especialmente en los ojos, la lengua y los genitales. Escuché durante toda la noche los aullidos y los aterradores golpes, que la música de la radio trataba inútilmente de amortiguar. Incluso tuvieron la macabra osadía de colocar un disco de Víctor Jara, el primer mártir del canto popular. 

Toda esta cruel experiencia se fue convirtiéndo en dibujos, pinturas, grabados, poesías, ready mades y formas escultóricas, que decide exponer en cuatro salas diferentes de Santiago, entre los meses de Marzo y Mayo de 1975. En estas exposiciones hablaría del hombre alienado, destruido, aniquilado, humillado, con ojos vendados, obligado a mirar realidades distorsionadas, atravesando el espejo de Alicia, un cadáver con movimientos obligados, automáticos, sin tiempo, el cadáver que había sido durante el tiempo de su detención. Solo una de ellas logró inaugurarse el 19 de marzo de 1975. 

El Instituto Chileno-Francés de Cultura acoge la muestra Exculturas y Printuras. Había allí jaulas de pájaros, cedazos, mallas, parrillas, rosas, trampas de ratones, nombres, reproducciones de pinturas: Delacroix guiando al Pueblo, un Guernica firmado por mí, telas desgarradas, manos azules, la Gioconda y Violeta Parra sonriendo para siempre, zapatos viejos, espejos para reflejarse y hundirse en ellos, falsos retratos, panes amarrados, jaulas amarradas y una corbata, una simple corbata rayada de colores: azul, blanco y rojo, comprada en Nueva York, anudada y colgada al revés sobre una superficie acerada. La DINA., aparato represivo de la Junta, vio allí la bandera de la Patria como horca, la vio así porque es en eso en lo que ellos la han convertido. ¿Comenzaban a hablar los espejos? 

Esta exposición es clausurada a la mañana siguiente y su autor es arrestado nuevamente: desaparece durante 20 días. Permanece incomunicado en Cuatro Alamos y Villa Grimaldi, prisiones secretas de la DINA. Luego es trasladado a los campos de concentración de Tres Álamos y posteriormente a Puchuncaví. En Puchuncaví, con un hueso de la sopa y ayudado de un clavo y papel lija hace un anillo para sellar su unión con Soledad Bianchi. Escribe algunos textos y hace bocetos que serán utilizados en el exilio como punto de partida para su pintura. Es expulsado de Chile por ser “un peligro para la seguridad nacional”. Sale directamente de la prisión al aeropuerto. Llega a París, con Soledad, el 31 de julio de 1975. 

Pintar sin ver. La pintura ya no disipa ningún secreto. La pintura no se hace para resolver un misterio, sino para asir la violencia infinita y dar testimonio de ella. Es un secreto que no acarrea un significado específico. Adorno decía que el verdadero lenguaje del arte es mudo. Es siempre una falta. ¿Qué hay en el fondo de tus ojos? Pensar el arte como un medio para hundirse y exponer realidades que exceden la representación: hallar formas plásticas para aquello que, precisamente, carece de visualidad. El artista se da a sí mismo un principio de organización estética para religar visualmente la cosa monstruosa: es la lucha por desembarazarse del horror, por darle una forma, por hacerle nacer un cuerpo al no-mundo interior.

El hundimiento del arte en lo que no sale a flote exhibe lo que no puede ser capturado: un desfiladero natural en el seno del abismo. En comparación con el lenguaje significativo, el lenguaje de las obras de arte es más antiguo y aún no se ha realizado por completo: como si la obra de arte, al amoldarse al sujeto, repitiera la forma en que surgió y se desarrolló. Las obras de arte tienen expresión no donde comunican al sujeto, sino donde vibran con la prehistoria de la subjetividad. Las palabras, un poco de aire movido por los labios, relinchan. La ceguera, ese algo que se limita a cubrir la apariencia de los seres y de las cosas, dejándolos intactos tras un velo negro, ve. El arte sutura y llega al lugar en donde el concepto se ve superado por su propio agotamiento.

Las de Núñez son figuras que la violencia ha vuelto ilegibles. Se abre la herida y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados. El sufrimiento en el arte no es un fin en sí mismo, sino un medio para pensar la vida desnuda a la que están sometidos los cuerpos que padecen, en su disponibilidad, la infinita violencia. Pintar aquello que no podemos comprender, lo realmente inexpresable. Hay que enfrentar el arte con ojos de ciego o más bien sin necesidad de los ojos. Pintar desde las entrañas, con el propio dolor, no su fotografía. 

Cadáveres, muñones, epitelios, médulas, cartílagos, esqueletos, estructuras óseas o mecánicas. Dislocadas, disgregadas, abiertas, mutiladas, despellejadas, desgarradas, traicionadas, apenas reconocibles en sus ceñidos vendajes, los cuerpos ensangrentados de Guillermo Núñez están allí, delante de nuestros ojos, para acusar y gritar por todos aquellos que, amordazados, prisioneros y torturados, han callado para siempre y testimonian, aún hoy día, dolorosamente. Un pintor que cree en el poder expresivo de su pintura a fin, dice él, de “no olvidar jamás los días sin sol”.

Un laboratorio de la violencia. Figuras que interactúan y luchan entre sí; una narrativa del conflicto y la confrontación. Obscenidades oníricas. El cuerpo como paisaje del horror, de lo innombrable: masa corporal vaciada de cualquier tipo de organicidad. Huesos triturados, lonjas de carne, lengua gangrenada: la fisonomía humana revienta. Un arte sin belleza. Tras los pasos de aquello que no se puede expresar, una especie de no-pintura. Es un lugar común que el arte no se reduce al concepto de lo bello, sino que para completarlo hace falta lo feo en tanto que negación. Pero de este modo no está simplemente eliminada la categoría de lo feo en tanto que canon de lo prohibido. Ya no prohíbe vulneraciones de reglas generales, sino vulneraciones de la coherencia inmanente. Todo indicio de agotamiento, de pesadez, de vejez, de cansancio, toda especie de traba, como el calambre o parálisis, y sobre todo el olor, el color y la forma de la descomposición, aunque sea en sus últimas atenuaciones, en forma de símbolo, provoca en nosotros la misma reacción: el juicio de lo feo. En ello late un odio; ¿qué es lo que el ser humano odia allí? No cabe duda, el rebajamiento de su tipo.

El cuerpo, un amasijo de barro ensangrentado: meter los dedos en el té frío. Estar ciego, las manos ante los ojos, la nada, como si estuviera en medio de una niebla espesa, pero no, es como caer en un mar de leche. Otro dice: la ceguera no es así, la ceguera me han dicho que es negra. Responde: pues yo lo veo todo blanco. Desintegración del yo, el total olvido de sí, la implacable blancura. Problemas espinosos. Un mundo por entero vivo tiene la fuerza de un Infierno. Crear no es imaginación, es correr el gran riesgo de darse una realidad.

El pasado es un deber que se impone por sobre cualquier otra demanda. La incesante voluntad de ir al fondo de la corporalidad violentada por el Estado. La mirada dentro de los ojos, el centro mismo de la visión que permite generar imágenes por nosotros mismos: fantasías, recuerdos, pesadillas. 

La relación inmemorial entre lo decible y lo indecible, entre el dentro y el fuera de lo que se puede o no ver. La búsqueda infatigable de representar lo indescriptible, lo inenarrable de la experiencia humana frente a la despótica e inexcusable destrucción de la vida. 

Vísceras que flotan dentro de una nebulosa en blanco. Ese color rosado entre las nubes en donde lo irrepresentable se alza como una barrera intraspasable. La sugestión se vuelve norma. El artista: voz incapaz de romper el silencio cuando debe ser silencio. El espanto: las pieles fieles del torturado a punto de ser examinado por el torturador de turno. El rostro es irreconocible, ¿agujero negro? ¿tercer ojo? ¿desfachatez? La ceguera se convierte en principio de orden y dirección. El se es es el único yo que le queda al sujeto. 

Los cuerpos exhiben una violencia aún peor que la muerte. La infinita disponibilidad del cuerpo del otro. La corporalidad violentada y la subjetividad en proceso de desarticulación. Luminosidad difusa. Existencia corporal despojada de cualquier agencia y autonomía. La tortura no solo disloca los cuerpos, sino también las subjetividades. Un amasijo de barro ensangrentado. Los pasos hacia el frente / contra la tierra del fondo colgando / un útero reptante fuera del sujeto. 

Los límites mismos del arte pueden constituirse en recursos esenciales y ambiguos para pensar la violencia. Un lenguaje poético para pensar la violencia. Deglución que en la puerta de la boca se empantana. Así tal cual: baba que el tiempo en bruma disuelve. Rojas me enseñó: la radicalidad en las prácticas artísticas que abordan la violencia viene exigida por el imperativo de confrontar al espectador con los efectos de la violencia, entonces comparecen los cuerpos exhibiendo las huellas de algo tremendo; nuda vida, esto es, como el cuerpo de una vida completamente expuesta. 

Nuda vida: existencia humana reducida a su forma más elemental, despojada de todo valor político y jurídico, completamente expuesta a la violencia y el control del poder soberano. Este concepto se deriva de la figura del homo sacer en el derecho romano arcaico, una persona que podía ser asesinada sin que ello se considerase homicidio, pero que no podía ser sacrificada ritualmente, encapsulando así la paradoja de ser simultáneamente incluida y excluida del orden jurídico. La nuda vida es, por lo tanto, una vida reducida a su biología básica, que no posee derechos y es susceptible a la violencia del Estado de manera absoluta. 

Zeus Padre, el primer soberano, heresiarca de semen negro, portavoz de las nubes, dominador del rayo y los olímpos, embriagado de néctar, bromeaba con Hera. El mismísimo dios padre todo poderoso, le afirmó a su amante que el placer erótico de las mujeres es mayor que el de los hombres. Como ella lo negó, decidieron consultar la opinión de Tiresias. El pitoniso había sido hombre y mujer sucesivamente, y luego volvió a ser hombre. El árbitro perfecto, el primer trans de occidente. Para desgracia o alivio, Tiresias estuvo de acuerdo con Zeus Panhellenios. Hera, embriagada de ira, privó de la vista al vidente. Para aliviarlo de tal desgracia, Zeus Meilichios le otorgó el poder de conocer el futuro. Oráculo: independizar la vista del sentido físico, elevar la visión hasta la verdad; esparcir el destino y su cruel ironía. 

Me doy cuenta que no es sólo del pasado de lo que hablo, sino también del ahora. Trance adivinatorio, algo de oracular en su esencia de palabra revelada. La iluminación destinada a ser profética: una masa corporal vaciada de cualquier tipo de organicidad. Pero la venda, nada, es como si estuviera en medio de una niebla espesa, es como si hubiera caído en un mar de leche. La ceguera dicen que es negra. Pues yo lo veo todo blanco. Pero la venda, el blanco del no lugar, de la ausencia, tal vez del exilio. Pero la venda, pero la venda, pero la venda… el blanco hospitalario, de la aséptica cirugía, la limpia sala de operaciones, los instrumentos punzantes, los vendajes ensangrentados, las órdenes perentorias, el blanco de la tortura, del no saber responder, del terror, del horror, del grito y la angustia.

El jardín de los jardineros (1974). Primer intento por exorcizar el trauma. Hiciste de La visión sin ojos tu metodología. El olfato se agudiza: un cajón hediondo, demasiado bajo para estar de pie en él y demasiado estrecho para estar sentado. El arte restituye lo que crees para siempre extraviado: ese mundo que describes tras la venda es el mismo que tratabas de pintar en tus cuadros: ese mundo que describe tras la venda (el elemento que en la dinámica concentracionaria impide la visión) era sin duda el mismo que el que trataba de pintar en sus cuadros: un mundo de texturas concretas pero cuyas relaciones cotidianas habían sido desestructuradas por la violencia, una sucesión de elementos reconocibles pero extraídos del contexto en el que adquirían sentido. Como amalgama de sustancias inconexas y dislocadas, el universo que aparecía tras la venda sólo abocaba al horror de la subjetividad arrasada por la violencia. 

Perder la fe. No soy cristiano, ni católico ni judío. Pero he vivido la tradición con respeto al sacrificio, al ser humano flagelado. Creo que estas mismas tradiciones se dan en las izquierdas en el mundo, la sensación que sólo a través del sacrificio se puede llegar a ideales mayores. Carne de mártir, vate por accidente. Hallar formas plásticas para aquello que carece de visualidad. Dientes, pinzas, alicates, mecheros. Me aíslo, dejo de ser integrante del mundo comunitario y me empiezo a sentir invadido de cosas sin formas, groseras. Se exquisitiza hasta un punto enfermizo y se sufre por la fealdad que nos rodea, empieza a faltar la belleza. Trato de evadir todo contacto porque ensucia, elitizándome, y ése es un dolor que se suma a la “falta de belleza pura”, a este encierro, al abandono.

Foucault concibe la tortura, en primer lugar, como un acontecimiento de verdad, descrita como un duelo por la evidencia entre el torturador y la víctima. La tortura es cruel ciertamente, pero no salvaje. Se trata de una práctica reglamentada, que obedece a un procedimiento bien definido: momentos, duración, instrumentos utilizados, longitud de las cuerdas, peso de cada pesa, número de cuñas, intervenciones del magistrado que interroga. Todo esto se halla, de acuerdo con las diferentes costumbres, puntualmente codificado. Pero en realidad, la tortura se guía más por la economía del placer que por la de la verdad. Al fin y al cabo, en la mayoría de las veces no alcanza la confesión. A menudo, el propio lenguaje queda vaciado de la función comunicativa al recibir un porrazo. Burocracia del martirio, reglamentar la aniquilación: un somier metálico en donde los detenidos eran atados desnudos y sometidos a descargas eléctricas en todo el cuerpo, especialmente en los ojos, la lengua y los genitales.

¿Adónde se sale cuando no se está? ¿Adónde se está cuando se sale? Ángulo desperfilado, desenfoque obtuso. Sontag: El artista es el sufridor ejemplar, no sólo porque haya alcanzado el nivel de sufrimiento más profundo, sino porque ha encontrado una manera profesional de sublimar (en el sentido literal de sublimar, no en el freudiano), su sufrimiento. 

MS: Estaría bueno hablar un poco de violencia. El gesto, el trazo, la herida, las cicatrices, los huesos, las masacres, parecen ser elementos recurrentes o son parte de su obra misma. ¿A qué le atribuye ese interés?

GN: Mira, siempre me ha interesado mucho el dolor. Incluso en mi época cristiana. En mi niñez y mi primera juventud, eran muy importantes para mí los mártires. Leía mucho sobre eso, sobre quienes murieron defendiendo a Cristo. Hay incluso unos santos que fueron masacrados, que prefirieron morir antes que escupir una hostia. Son mundos muy absurdos y casi ridículos si tu quieres, ¿verdad? Pero eso me emocionaba mucho. En un momento yo aspiraba a ser un mártir… ¡Por suerte se me olvidó!

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