Posted on: Diciembre 3, 2021 Posted by: odradek Comments: 0
Visitas: 117

Estás muy loco si crees que no me vas a contar la historia del derviche comedor de vidrios. Ni que voy a evitar preguntar sobre la garzas que volaban a la luz de las estrellas. Menos quisiera no saberlo todo respecto al eremita en su ático (enorme posibilidad) o sobre la palmera Talipot, que florece cada setenta años.
Todo esto me lo soltó Anita Erre entre las estaciones de Sol y Lavapiés, la línea amarilla, en un vagón de metro a tope. Unos cinco minutos.Todo lo que voy a contar pasó en esos cinco minutos.Está claro que transcribir es impostar un poco; uno hace lo que puede. Uno es sabedor que la suspensión de incredulidad que se pide al lector es un joker muy trillado. Pero es un cheque en blanco que siempre se termina pidiendo. Como una limosna votiva. Así que lo hago.Si hasta las fotos mienten; así que mira un relato. Así que mira cómo todos mentimos. Así que mira cómo miento cuando te pido que consideres que todos mentimos aún cuando no lo hacemos.
Hay ínfimas probabilidades de toparte en el metro con alguien que lleva o lea el mismo libro que lleva o lee uno. Si no se trata de un best seller, sobre todo.Pero pasó. Anita Erre lleva en su regazo (no lo está leyendo; no importa) la novela Cosmos, de Gombrowiz.Yo llevo esa misma novela, también en mi regazo, en la misma línea amarilla de metro, del mismo vagón que va petao. ¿No es una maravillosa coincidencia? ¿No la son todas, acaso?Madrid tiene diariamente unos 2,5 millones de usuarios de metro. La red  la componen 16 líneas que suman casi 30 km y cuenta con 38 estaciones.Fallas en un punto, el cordón de los zapatos que te atas, y la música del azar, que diría el señor Auster, no cristaliza.Cien veces nunca.
Pero hete ahí ella y yo, frente a frente, el mismo libro endemoniado (porque lo es) en dos diferentes regazos. Mirándonos con cara del pringao que sufre, no por el acto en sí mismo, sino por la posibilidad de que ese acto no tuviera sentido metafísico alguno. Igual no es nada. No creerás que no me vas a contar lo de la palmera Talipot, dice Anita Erre (dos personas que llevan el mismo libro -sobre todo ese libro- terminan hablando).Si alguna floreció anoche, lo repetirá en el 2071, año de alguna otra ola. Y dónde estaremos entonces.(No es una pregunta).
El mundialmente famoso (mentira) físico Jeremy England ha teorizado que la vida puede haber surgido a través de la acción del calor, que genera la emergencia de la autoorganización o de la autorreplicación.
England, uno de los líderes en el campo de la biogénesis y la termodinámica, cree que la vida puede ser algo que sucede de manera natural cuando los átomos son expuestos a una fuente de energía. Y luego el azar los hila. Somos algún tipo de extraña materia disuelta, esperando el clic de un dedo, el manual de instrucciones en su regazo.En el regazo del dedo.Puede que sea el dedo parte de una mano con el Síndrome de la Mano Alienígena o Ajena (SMA) , ese trastorno neurológico bastante frecuente (mentira) en el que una de las manos interfiere con las acciones de la opuesta. Y ahí sí que te pones a rezar, porque resultará que seremos nada. O peor: un algo parecido a cualquier cosa.
¿No te da vergüenza?
¿De verdad?¿No te da por pedir a alguien explicaciones sobre este absoluto desamparo?La que pregunta es Ana.¿Sobre este filo de la navaja vivimos? Un puto y caprichoso dedo que, del SMA, puede derivar al Síndrome de Tourete, y terminar, pese a tu horror, cascándotela, en este mismo vagón de metro, por ejemplo, o pasar a estrangularte sin sigilo (está a tu lado) mientras duermes.Momento pánico: el manual de instrucciones es azaroso.¿Me deja más tranquila saber que lo mío es un mal generalizado?
Quien no responde las preguntas, ha aprobado, le digo.Eres una palabra en un índice, me dice.
Estás muy loco si crees que no sé que el derviche, las garzas y el eremita en su ático salieron del Cosmos de Gombrowicz (mentira) y que nunca fue azar lo que nos pasó, sino concurrencia.
Ex falso quod libet: de lo falso se sigue cualquier cosa. Claro.Es verdad. La mano está loca.
Como el azar. Dice Anita Erre. Y que lo diga Roy Sullivan, el hombre al que le cayeron siete rayos, en siete ocasiones diferentes (verdad) y vivió para contarlo, o para que cuente el que lo quiera.Verdad y mentira todo junto. O por separado. Lo que prevalece es el caos. Un caos ordenado, digamos.

Cinco minutos después la música se termina. Me bajo del tren, Anita Erre sigue.Veo que mi asiento lo ocupa un niño, lleva el Cosmos en el regazo.
Otra palmera que florece.