
Para Blanca Espinoza
Busco: proxemia (del latín proximus, «muy cercano») se entiende como el uso del espacio que rodea nuestro cuerpo. Al observarlo se pueden crear marcos de interacción conformes con las dimensiones espacio-temporales, que expresan diversos significados y responden a sistemas complejos de restricciones o convenciones sociales, relacionadas con el sexo, la edad, la procedencia de clase, de cultura, etctéra.
El antropólogo Edward T. Hall acuñó el término proxemia y estudió formas de transcribirla en la década de 1960. Entiende la estructuración inconsciente por parte de los seres humanos del espacio micro, conocido como la distancia entre los interactuantes en las comunicaciones diarias, y la organización del espacio en las casas o el diseño de las ciudades. Observa las formas inconscientes que las personas emplean para estructurar, utilizar y percibir el espacio en el proceso de interacción diaria, es decir, la proximidad y el alejamiento, posturas y gestos, la presencia o ausencia de contacto físico, etcétera.
Hall, que siguió los trabajos de Thomas Henry Huxley y Konrad Lorenz respecto a los animales, distingue tres elementos proxémicos mediante los cuales las personas estructuran sus espacios.
-Los elementos fijos se refieren a las configuraciones internas (culturalmente específicas) y las externas (arreglo del entorno). La percepción de dichas configuraciones cambia tanto con el tiempo y el espacio, como con la cultura y la situación. El uso del espacio permite entender la organización y el funcionamiento de un grupo o cultura. (¿Tras largo estudio?)
-Los elementos semifijos permiten a las personas influir en la interacción con otros con la ayuda del entorno. Osmond aportó los términos sociopetal y sociofugal para caracterizar dos disposiciones opuestas del espacio. El espacio sociofugal tiende a mantener aisladas a las personas y produce soledad, como, por ejemplo, hospitales o bibliotecas. El espacio sociopetal, en cambio, como parques o ferias, lleva al encuentro.
-Los elementos dinámicos hacen referencia a la manera en la que las personas utilizan activamente los elementos fijos y semifijos, es decir, cómo influye una persona en la comunicación con los demás al variar los elementos espaciales en una situación. (No entiendo)
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Se entiende que hay diferencias proxémicas entre las culturas y entre las personas (familias, amistades). El situacionismo es una forma de estudio proxémico. Puede observarse fácilmente al convivir con un niño, un anciano, un gato, un perro.
La proxemia desapareció bastante de la vida, o se redujo o se volvió en relación con la casa, los animales, la comida, la cama. La cama vacía o con gatos, la mesa vacía o con gatos, la hija que te pide que te vayas, te abraza y es tu única proxemia (pero no lo es porque no es “otra” en el sentido psísquico), no hay posibilidad de otro (contacto físico, con distancia incluso), solo una comunicación lejana (siempre ambigua y peor, sospechosa: noticias).
Antes había proximidad, ibas a hacer clases e incluso firmabas una lista. Ahora es siempre lejos, como en la radio, se logra de otro modo, sin proxemia o mínima. Hay pocas palabras, más en los sueños que con el prójimo. Si hay alguien, distancia.
El amigo que menos vi el año pasado –estuvo realmente enfermo– fue de los más cercanos. Con él la proxemia no es inconveniente. Próximo (cercano, prójimo) sin proxemia, bien. En el fondo, y en la superficie, pensamos lo mismo, convivimos bien. Su proxemia es muy clara: encerrado con su pareja y sus perros, se adoran. Escriben y cultivan plantas. Sociofugales felices, participan responsablemente de lo sociopetal.
La proxemia podría explorar, por ejemplo, la comunicación psíquica entre madre e hija, o entre mujeres en general, o entre personas que están juntas, o que comparten imágenes y lecturas, etcétera. ¿Hay una proxemia en las fotos, por ejemplo? Quizá. Puedes imaginar, o probablemente no, a la persona que también mira tal foto. ¿No significa nada o hay un deseo que quisiera ser proxemia y falla?¿La proxemia es tanto psíquica como física? Claro. En fin: sí una proxemia fundamental con los hijos, algo esencial fuera de los cambios.
Habría que saber la proxemia de las poblaciones, por ejemplo, para entender el sistema político y la revuelta social. Bastaría oír los diálogos para que caigan los discursos prescriptivos. Tu prójimo es el que sangra y no ves. Lo ponen literal y es horrible.
Sería útil, también, un analisis proxémico de las fuerzas especiales de policía en comparación al de los manifestantes. Ataque y reacción.¿Qué dirán los movimientos primarios de los cuerpos? Cada gesto del represor califica al reprimido. Pero no es un reprimido: son muchos los que luchan.
O, en los planos íntimos, el efecto proxémico de canciones, baladas, boleros, flamenco.
Aparece una supuesta palabra, mamihlapinatapai, yagán (no está precisamente en el úncio diccionario que existe, de Thomas Bridges, que significaría “una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra haga algo que ambos desean pero que ninguno se anima a empezar”. La delicadeza del no animarse y la fuerza de la mirada para hacer. El resumen de la novela de la proxemia.
La novela como el paso del lenguaje de las miradas, tan poco productivo al fin –“miraditas”–, al de las palabras y de la piel (cuando no hay mirada, en todo caso, no hay nada). Me encantaría imaginar pero no. Mejor que no. La piel se limpia y se cuida. Tienes que estar a distancia. Mejor no salir, mejor que no.
Para abundar, los tangos, aullidos por pérdida de proxemia.
En tu pesca milagrosa de sabiondos y suicidas yo aprendí filosofía. La poesía cruel de no pensar más en ti. ¿Fue a conciencia pura que perdí tu amor? Te arrincono para llorarte. El recuerdo mío será horroroso. El sol de la vida fracasa: después de un año atroz te vi pasar, ibas linda como un sol. Lejos de mí sol de mi vida, fui un fracasado. Uno está tan ciego en su penar, tumba horrenda de mi amor, se llevó toda ilusión. Para llorar tu amor. Me robaste hasta el amor, tanto me austan las minas. Me mentiste. Tu marido es un delicuente. Me robaron diez años: chorros, vos, tu vieja y tu papá.
Todo es igual. Nada es mejor. Los inmorales nos han igualado. Cualquiera es un ladrón. Se ha mezclado la vida, llorar la vida contra un calefón. Dale no más, fuera de la ley.
Solo una madre nos perdone en esta vida. Te siento más buena que yo. Tus venas tienen sangre de bandoneón, tus tangos son criaturas abandonadas, cuando todas las puertas están cerradas, Malena canta el tango. Tu canción tiene el frío del último. Te siento más buena que yo. Caminito cubierto de cardos que le tiempo nos robó a los dos. Caminito lindo yo también me voy. Nunca más volvió. Seguiré sus pasos.
Lo amor, amor es un sufrir, antiguos besos, flor de un día, cruel preocupación, borrar mi obstinacion, la vuelvo a recordar. Un fuego. Angustia de sentirme abandonado. Desde mi soledad las rosas muertas de mi juventud. Sola y triste noche, brindar por los fracasos del amor. ¿Carnaval? A veces. Donde están las mujeres aquellas, cada cual defendiendo su honor, la rubia Mirella, casi me suicido una noche por ella, la veo vieja, doy vuelta la cara me pongo a llorar.
Hija, ¿vivo en un descampado? No. No sé si paseo no más, cada vez nombro menos las cosas. Burbujas de metano o de aire, la comunicación esteril. Como si nada, como si nada. Ahí estaremos para hablar, ficciones o lo que quieras.